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Karla Cg.

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sábado, 11 de octubre de 2014

La Sangre del Olimpo - Capítulo 2.

¡Hola a todos! Cielos, hace mucho que no publicaba y lo siento de verdad, pero la universidad se ha convertido en algo que me absorbe casi las 24 horas del día.

En fin, aprovechando que ya ha salido The Blood of Olympus, quinto y último libro de la serie Los héroes del Olimpo, he decidido traducirlo (en parte me sirve para practicar mi inglés). Espero que lo disfruten :)

Capitulo II 

Jason


Naturalmente, la situación estaba peor de lo que Jason esperaba.
No hubiera sido divertido de otra manera.

Mirando a través de unos arbustos de olivo en la cima de la montaña, él vio lo que parecía una fiesta de fraternidad zombie fuera de control.

Las ruinas por si mismas no eran tan impresionantes: unas cuantas paredes de piedra, una plaza central llena de hiedras, y una escalera sin terminar tallada en la roca. Algunas tablas cubrían un agujero y andamios de metal soportaban un arco a punto de colapsar.

Pero sobrepuesto a las ruinas estaba otra capa de realidad… una imagen espectral del palacio, como debió de verse en sus buenos días.  Muros de estuco blanco se alineaban con balcones a tres pisos de altura. Pórticos con columnas miraban hacia el atrio central, que contaba con una fuente enorme y braseros de bronce. En una docena de mesas para banquete, los zombies reían y comían mientras e empujaban.

Jason había esperado cerca de cien espíritus, pero el doble de ese número se encontraba allí, correteando meseras fantasma, rompiendo copas y platos; básicamente una fiesta alocada.

Muchos de ellos se veían como los Lares del Campamento Júpiter fantasmas purpuras con túnicas y sandalias. Algunos de ellos tenían cuerpos en descomposición con la piel gris, unos cuantos mechones de pelo, y feas cortadas. Otros se veían como mortales regulares algunos en togas, otros en trajes de negocios modernos o en uniformes militares, Jason incluso llego a ver a un chico que estaba con la camisa morada del Campamento Jupiter y su armadura de legionario romano.

En el centro del atrio, un zombie de piel gris con una túnica griega harapienta se movía por la multitud, cargando en sus manos un busto de mármol sobre su cabeza como si fuera un trofeo deportivo. Los otros fantasmas coreaban y le daban palmadas en la espalda. Mientras la criatura se iba acercando, Jason notó que tenía una flecha en la garganta, con las plumas saliendo de su manzana de Adán. Pero había algo más extraño: el busto que cargaba... ¿acaso era de Zeus?

Era difícil estar seguro. Muchas de las estatuas griegas de los dioses se veían similares. Pero la cara barbuda y brillante le recordó a Jason del Zeus hippie gigante que estaba en la Cabina Uno en el Campamento Mestizo.

¡Nuestra siguiente ofrenda! grito el zombie, su voz ronca por la flecha en su garganta¡Alimentaremos a la Madre Tierra!

Los fiesteros gritaron y azotaron sus copas. El zombie camino hacia la fuente central. La multitud se abrio, y Jason se dio cuenta que la fuente tenía arena en lugar de agua. Desde el pedestal de un metro, un geiser de arena salía disparado hacia arriba, cayendo en forma de sombrilla con partículas claras antes de regresar a la vasija central.

El zombie inclino el busto de mármol dentro de la fuente. En el momento en que la cabeza de Zeus toco la cortina de arena, el mármol se desintegro como si fuera una trituradora. La arena brillo dorada, como el color del icor… la sangre divina. Luego toda la montaña retumbo con un BOOM amortiguado, como si eructara después de una comida.

Los fiesteros muertos rugieron en aprobación.

¿Hay más estatuas? el zombie grito a la audiencia¿No? ¡Entonces tendremos que esperar a sacrificar a los dioses de verdad!

Sus camaradas rieron y aplaudieron mientras el zombie se encaminaba a la mesa más cercana.

Jason apretó su bastón para caminar.

Ese tipo acaba de desintegrar a mi papá. ¿Quién se cree que es?

Supongo que se trata de Antínoo dijo Annabethuno de los pretendientes principales. Si no mal recuerdo, fue Odiseo quien le disparo esa flecha por la garganta.

Piper hizo una mueca de dolor.

Esperarías que eso dejara muerto al tipo. ¿Quiénes son los demás? ¿Porque hay tantos aquí?

No tengo idea Annabeth le dijo.Nuevos reclutas para Gea, creo. Algunos debieron de regresar a la vida antes de que cerráramos las Puertas de la Muerte. Otros son solo espíritus.

Algunos son zombies o necrófagos Jason dijo.Los que tienen las heridas abiertas y la piel gris, como Antínoo... he luchado con los de su clase antes.

Piper toco su pluma azul de arpía.

¿Pueden ser matados?

Jason recordó una misión que tuvo del Campamento Júpiter en San Bernardino.

No fácilmente. Son fuertes y rápidos e inteligentes. Además comen carne humana.

Fantástico Annabeth murmuróNo veo otra opción que apegarse al plan. Nos separamos, infiltramos, obtenemos la información de porque están aquí. Si las cosas se ponen feas…

Usamos el plan B Piper dijo.

Jason odiaba el plan B.

Antes de dejar el barco, Leo les dio a cada uno una bengala de emergencia de tamaño de una vela de cumpleaños. Supuestamente, si se lanzaban en el aire, lanzaría un flash de fòsforo blanco, alertando al Argo II de que el equipo estaba en problemas. Para ese momento, Jason y las chicas tendrían unos pocos segundos para protegerse antes de que las catapultas del barco dispararan a su posición, llenado el palacio de fuego griego y metralla de Bronce Celestial.

No era el plan más seguro, pero al menos Jason tenía la satisfacción de saber que podía solicitar un ataque aéreo sobre esa multitud de tipos muertos si las cosas estaban difíciles. Claro está, asumiendo que él y sus amigas pudieran escapar antes. Y también pensando que las velas de Leo no llegaran a dispararse por accidente las invenciones de Leo hacia eso a menudo en cuyo caso el clima se volvería mucho más caluroso, con un noventa por ciento de probabilidad de fuego apocalíptico.

Tengan cuidado allá abajo les dijo a Piper y Annabeth.

Piper se escabulló por la parte izquierda del risco. Annabeth se fue por la derecha. Jason se levantó con su bastón y camino hacia las ruinas.

Recordó la última vez que estuvo rodeado de espíritus malvados, en la Casa de Hades. Si no hubiera sido por Frank Zhang o Nico di Angelo...

Dioses ... Nico. 

En los últimos días, cada vez que Jason sacrificaba una ración de su comida a Júpiter, rezaba para que su papá ayudara a Nico. El chico había pasado por tantas cosas, pero aún así se ofreció para el trabajo más difícil: trasportar la Atenea Parthenos al Campamento Mestizo. Si no tenía éxito, los semidioses Romanos y Griegos se masacrarían unos a otros. Entonces, sin importar lo que sucediera en Grecia, el Argo II no tendría hogar al cual regresar.

Jason atravesó la entrada del palacio fantasmal. Se dio cuenta justo a tiempo que una sección de mosaicos enfrente de él era solo una ilusión que cubría un agujero de cerca de tres metros. Se hizo a un lado y continuó su camino hacia la plaza.

Los dos niveles de realidad le recordaron la fortaleza de los Titanes en el Monte Othrys, un desorientante laberinto de muros de mármol negro que se disolvían en sombras para luego solidificarse. Al menos durante esa lucha, Jason había tenido a cien legionarios a su lado. Ahora todo lo que tenía era un cuerpo de hombre viejo, un bastón y dos amigas con vestidos griegos.

A doce metros enfrente de él, Piper se movía a través de la multitud, sonriendo y llenando copas de vino para los pretendientes fantasma. Si ella tenía miedo, no lo mostraba. Hasta el momento los fantasmas no le estaban prestando atención. La magia de Hazel debía estar trabajando bien.

A su derecha, Annabeth recogía los cálices y platos vacíos. No estaba sonriendo.

Jason recordó la plática que tuvo con Percy antes de bajar del barco.

Percy estaba en la cubierta para vigilar las amenazas que hubiera en el mar, pero no le había parecido la idea de que Annabeth fuera a la expedición sin él… especialmente se debía a que era la primera vez que estarían separados desde el Tártaro.

Llevó a Jason a un lado del barco.

Mira hombre…. Annabeth me mataría si le digo que necesita a alguien que la proteja.

Jason río.

Claro que lo haría.

Pero por favor cuídala, ¿Okay?

Jason apretó el hombro de su amigo.

Me asegurare de que regrese a salvo.

Ahora Jason se preguntaba si era posible mantener esa promesa.

Llegó a la orilla de la multitud. Una voz rasposa chillo “¡IRO!”

Nota: Mensajero de los pretendientes.

Antínoo, el zombie con la flecha en la garganta, lo estaba mirando fijamente.

¿Eres tú, viejo mendigo?

La magia de Hazel había obrado bien. Aire frío vibraba alrededor del rostro de Jason, la Niebla cambiando sus facciones, mostrando a los pretendientes lo que ellos esperaban ver.

Ese soy yo Jason dijo¡Iro!

Una docena de fantasmas se acercaron. Algunos gruñeron y tomaron la empuñadura de sus espadas purpuras brillantes. Demasiado tarde, Jason pensó si acaso Iro era un enemigo, pero ya había aceptado el papel.

Se tambaleo hacia delante, poniendo la mejor cara de viejo gruñón.

Creo que llegué un poco tarde a la fiesta. Espero que me hayan guardado un plato.

Uno de los fantasmas dijo con desprecio:

Viejo mendigo desagradecido. ¿Quieres que lo maté, Antínoo?

Los musculos del cuello de Jason se tensaron. Antínoo se quedó pensando por tres segundos, luego rio.

Estoy de buen humor hoy. Ven, Iro, siéntate en mi mesa.

Jason no tenía otra opción. Se sentó al lado de Antínoo mientras más fantasmas se acercabana la mesa, esperando que ocurriera una lucha de vencidas

De cerca los ojos de Antínoo eran de un amarillo sólido. Sus labios delgados apenas cubrían unos colmillos lobunos. A primera vista, Jason pensó que el cabello rizado del zombie se estaba desintegrando. Ahora notaba que un hilillo de tierra serpenteaba por la cabeza de Antínoo, cayendo sobre sus hombros. Plastas de lodo llenaban las viejas heridas de espada en la piel gris del zombie. Más tierra salía del agujero donde estaba clavada la flecha en su garganta.

El poder de Gea, Jason pensó. La tierra está manteniendo a una pieza a este tipo.

Antínoo trajo una copa dorada y una bandeja de comida a través de la mesa.

No esperaba verte aquí, Iro. Pero supongo que incluso un mendigo quiere venganza. Bebe. Come.

Un líquido rojo espeso flotaba en el cáliz. En el plato estaba un trozo de carne misteriosa.
El estómago de Jason se quejó. Incluso si esta comida no lo mataba, su novia vegetariana no lo besaría por un mes.

Recordó lo que le había dicho Notus, el Viento del Sur: Un viento sin rumbo no sirve a nadie.

Toda la carrera de Jason en el Campamento Júpiter se había construido en base a cuidadosas decisiones. El mediaba entre los semidioses, escuchaba todos los puntos de vista de un argumento, buscaba alianzas. Incluso cuando fue en contra de las tradiciones romanas, pensó antes de actuar. No era impulsivo.

Notus le había advertido que esa actitud lo mataría. Jason tenía que dejar de pensar tanto y tomar lo que quería.

Si era un mendigo desgraciado, tenía que actuar como uno.

Arrancó un pedazo de carne con sus manos y se lo metió a la boca. Tragó un poco del líquido rojo, que tenía un sabor como vino aguado; mejor que el de la sangre o algún veneno. Jason luchó para no vomitar, pero no colapsó o explotó.

¡Rico! Se limpió la bocaAhora dime que hacen en esta… ¿Cómo la llamaste? ¿Venganza? ¿Dónde firmo para eso?

Los fantasmas se rieron. Uno empujó el hombro de Jason, el cual se alarmó al darse cuenta de que podía sentirlo.

En el Campamento Júpiter, los Lares no tenían una consistencia sólida. Aparentemente estos espíritus si… lo cual significaba que sus enemigos podían golpearlo, atacarlo o decapitarlo.

Antínoo se inclinó hacia delante.

Cuéntame Iro, ¿Cuál es tu oferta? Ya no necesitamos que lleves mensajes como en los viejos tiempos. Tampoco eres un guerrero. Si mal no recuerdo, Odiseo quebró tu mandíbula y te lanzo con los puercos.

Las neuronas de Jason se dispararon. Iro…. El viejo que llevaba mensajes entre los pretendientes por un poco de comida. Iro había sido como su mascota sin hogar. Cuando Odiseo regresó a casa, disfrazado de mendigo, Iro pensó que alguien más estaba atacando su territorio. Los dos comenzaron a discutir…


Hiciste que Iro –Jason se detuvoHiciste que yo luchara con Odiseo. Apostaste monedas en ello. Incluso cuando Odiseo se quitó la camisa y viste lo musculoso que era… me obligaste a pelear con él. ¡No te importaba si vivía o moría!

Antínoo mostro los colmillos.

Claro que no me importaba. ¡Sigue sin importarme! Pero ahora estas aquí, por lo que Gea debe haber tenido una razón para permitirte regresar al mundo mortal. Cuéntame, ¿porque eres digno de compartir nuestro botín?

¿De qué botín te refieres?

Antínoo estiró los brazos.

Todo el mundo, mi amigo. La primera vez que nos encontramos, veníamos por las tierras de Odiseo, su dinero y su mujer.

¡Especialmente su mujer!

Un fantasma calvo con ropas rotas le pegó en el pecho a Jason con el codo.

Esa Penelope sí que era una dulzura a la vista.

Jason cruzó la mirada con Piper, que servía las copas en la mesa de al lado. Ella discretamente puso un dedo dentro de su boca, como provocándose el vómito, para luego seguir charlando con los tipos muertos.

Antínoo se quejó.

Eurímaco, cobarde llorón. Nunca tuviste oportunidad con Penelope. Recuerdo que estabas balbuceando y suplicando por tu vida a Odiseo, diciendo que todo era mí culpa.

Y mira para que me sirvió Eurímaco levanto su descolorida camisa, revelando un agujero de tres centímetros en el centro de su pecho fantasmalOdiseo me disparó en el corazón, ¡solo porque quería casarme con su esposa!

De todos modos…. Antínoo se giró hacia JasonEstamos aquí por un premio más grande. Una vez que Gea destruya a los dioses, nos dividiremos lo que quede del mundo mortal

¡Pido Londres!gritó un fantasma de una mesa cercana.

¡Montreal! gritó otro.

¡Duluth! gritó un tercero, lo cual hizo que todos se quedaran en silencio y le dieran miradas confundidas.

La carne y el vino se sentían como plomo en el estómago de Jason.

¿Qué ocurre con los otros... invitados? Conté cerca de doscientos. La mitad son nuevos para mí.

Los ojos amarillos de Antínoo brillaron.

Todos buscan favores de Gea. Todos tienen rencillas o venganzas contra los dioses o sus héroes mascotas. Ese inútil es Hipias, tirano de Grecia. Fue quitado del poder y se unió a los Persas para atacar a sus propios hombres. Nada de valores. Haría lo que fuera por poder.

¡Gracias! contestó Hipias.

Ese bárbaro con la pata de pavo en la boca Antínoo continuóse trata de Asdrúbal de Cartagena. Tuvo ciertos problemas con Roma.

Mhhmm dijo el cartaginés.

Y Michael Varus…

Jason se atraganto. "¿Quien?" 

Más cerca de la fuente de arena, un chico de cabello oscuro en camiseta morada y armadura de la legión, se volvió hacia ellos. Su contorno era borroso, ahumado y confuso, así que Jason adivinó que era algún tipo de espíritu, pero el tatuaje de la legión en su antebrazo era mas que suficiente: las letras SPQR, la cabeza de doble cara del dios Jano y seis marcas de puntuación por años de servicio. En su pecho colgaba la insignia de pretor y el emblema de la Quinta Cohorte.

Jason jamás conoció a Michael Varus. El infame pretor murió en los años 1980’s. Aún así, la piel de Jason se erizó en cuanto vio su mirada. Sus ojos hundidos parecían taladrar a través del disfraz de Jason.

Antinoo hizo un ademán despectivamente.

Él es un semidiós romano… Perdió águila de su legión en... Alaska, ¿verdad? No importa. Gaia le permite seguir por aquí. Él insiste en que tiene una idea para derrotar al Campamento Júpiter. Pero, Iros… todavía no has contestado a mi pregunta. ¿Por qué debes ser bienvenido entre nosotros?

Los ojos muertos de Varus habían inquietado a Jason. Él podía sentir el desvanecimiento niebla a su alrededor, reaccionando a su incertidumbre. De repente, Annabeth apareció detrás del hombro de Antinoo.

¿Más vino, mi señor? ¡Oops!

Ella derramó el contenido de una jarra de plata por la parte posterior del cuello de Antinoo.

¡Gahh! El necrófago arqueó la columna vertebral¡Chica tonta! ¿Quién te dejó volver del Tártaro?

Un Titán, mi señor. Annabeth bajó la cabeza en tono de disculpa¿Puedo ofrecerle algunas toallitas húmedas? Su flecha está goteando.

¡Fuera!

Annabeth captó la mirada de Jason -un silencioso mensaje de apoyo-. Entonces ella desapareció entre la multitud.

El necrófago salió a limpiarse, dando a Jason la oportunidad de recoger sus pensamientos. Fue Iros ... ex mensajero de los pretendientes. ¿Por qué iba a estar aquí? ¿Por qué deberían aceptarlo? Tomó el cuchillo de carne más cercano y apuñaló la mesa, por lo que los fantasmas alrededor de él saltaron.

¿Por qué debería darme la bienvenida? Jason gruñó.Porque yo todavía estoy corriendo mensajes, estúpidos desgraciados! Acabo de llegar de la Casa de Hades para ver lo que están haciendo!

Esa última parte era verdad, y Antinoo hizo una pausa. El necrófago lo fulminó con la mirada, el vino todavía goteaba desde el eje de la flecha en su garganta.

¿Esperas que me crea que Gaia te ha enviado a ti, un mendigo, para ver lo que hacemos?

Jason se rió.

¡Yo fui de los últimos en dejar Epiro antes de las Puertas de la Muerte fueran cerradas! Vi a la cámara donde Clitio montaba guardia bajo un techo en forma de cúpula con azulejos y lápidas. ¡Caminé sobre los pisos de joya y huesos del Necromanteion!

Eso también era cierto. Alrededor de la mesa, los fantasmas cambiaron y murmuraron.

—Entonces, Antinoo… —Jason señaló con el dedo al necrófago— Tal vez deberías explicarme por qué eres digno del favor de Gaia. Todo lo que veo es una multitud de vagos, gente muerta perdiendo el tiempo, disfrutando de sí mismos y sin ayudar al esfuerzo de la guerra. ¿Qué debo decirle a la Madre Tierra?

Por el rabillo del ojo, Jason vio a Piper parpadeando con una sonrisa de aprobación. Entonces ella volvió su atención a un tipo griego púrpura brillante que estaba tratando de hacer que se sentara en su regazo.

Antinoo envolvió su mano alrededor del cuchillo de carne que Jason había empalado en la mesa. Lo sacó libre y estudió la hoja.

—Si vienes de Gaia, debes saber que estamos aquí bajo órdenes. Porfirio lo decretó. —Antinoo corrió la hoja del cuchillo a través de su palma. En lugar de sangre,derramó suciedad seca desde la cortada— ¿Sabes quién es Porfirio?

Jason luchaba por mantener sus náuseas bajo control. Recordó bien a Porfirio, de su batalla en la Casa del Lobo.

—El rey gigante —piel verde, de doce metros de altura, ojos blancos, el pelo trenzado con armas— Por supuesto que lo conozco. Él es mucho más impresionante que tú.

Decidió no mencionar que la última vez que había visto al rey gigante, Jason le atacó en la cabeza con un rayo. Por una vez, Antinoo lo miró sin palabras, pero su calvo amigo fantasma, Eurimaco, puso un brazo alrededor de los hombros de Jason.

¡Ahora, ahora, amigo! Eurimaco olía como el vino agrio y a cables eléctricos quemados.

Su toque fantasmal hizo que el tórax de Jason hormigueara.

Estoy seguro de que no nos referimos a la pregunta “¡sus credenciales!” (Nota: No comprendí muy bien el contexto de esta frase, pero quise suponer que se refería a pedirles que se identificaran.) Es sólo que, bueno, si hablaste con Porfirio en Atenas, ya sabes por qué estamos aquí. ¡Te aseguro, que estamos haciendo exactamente lo que ordenó!

Jason trató de disimular su sorpresa.

Porfirio en Atenas. Gaia había prometido derrotar los dioses desde sus raíces. Quirón, el mentor de Jason en el Campamento Mestizo, había asumido que significaba que los gigantes intentarían despertar a la diosa de la Tierra en el original monte Olimpo. Pero ahora...

La Acrópolis dijo JasonEl más antiguo templo a los dioses, en el centro de Atenas. Ahí es donde Gaia va a despertar.

— ¡Por supuesto! —Eurimaco rió. La herida en su pecho hizo un sonido de explosión, como espiráculo de una marsopa— Y, para llegar allí,
esos semidioses entrometidos tendrán que viajar por mar, ¿eh? Ellos saben que es muy peligroso volar sobre la tierra.

—Lo que significa que tendrán que pasar por esta isla —Dijo Jason.

Eurimaco asintió con entusiasmo. Quitó el brazo de los hombros de Jason y sumergió el dedo en la copa de vino— En ese momento, van a tener que hacer una elección, ¿eh?

En el tablero de la mesa, trazó una línea de costa, el vino rojo brillante poco natural contra la madera. Dibujó a Grecia como un reloj de arena deforme -una gran burbuja desgarbada para el continente norte, luego otra burbuja debajo de ella, casi tan grande como la otra- el gran trozo de tierra conocida como el Peloponeso. El corte entre ellos fue una estrecha línea de mar - el estrecho de Corinto. Jason no necesitaba una imagen. Él y el resto de la tripulación se había pasado el último día en el estudio de los mapas marinos.

—La ruta más directa, —dijo Eurimaco— debería ser al este de aquí, al otro lado del estrecho de Corinto. Pero si tratan de ir por ese camino…

—Suficiente' Antinoo espetó— Tienes la lengua muy larga, Eurimaco.

El fantasma pareció ofendido.

— ¡No iba a decirle todo! Sólo que los ejércitos cíclopes se congregaron en ambas orillas. Y la fuerte tormenta de los espíritus del aire. Y los monstruos marinos de Keto enviados a infestar las aguas. Y por supuesto, si el buque llega hasta Delphi…

— ¡Idiota! —Antinoo se abalanzó sobre la mesa y agarró la muñeca del fantasma. Una delgada capa de tierra de la mano del necrófago, se propagó hacia arriba del brazo espectral de Eurimaco.

— ¡No! —Eurimaco gritó— ¡Por favor! Yo… sólo me refería…

El fantasma gritó cuando la suciedad cubría su cuerpo como una concha, a continuación se quebró en pedazos, dejando nada más que un montón de polvo. Eurimaco se había ido.

Antinoo se sentó y sacudió las manos. Los otros pretendientes en la mesa lo miraban en silencio cauteloso.

—Disculpas, Iros. —El necrófago sonrió fríamente— Todo lo que necesitas saber es esto… los caminos a Atenas están bien protegidos, tal como lo prometimos. Los semidioses tendrían, o bien, tienen que arriesgarse a los estrechos, que son imposibles, o navegar por todo el Peloponeso, que no es mucho más seguro. En cualquier caso, es poco probable que sobrevivan el tiempo suficiente para tomar esa decisión. Una vez que alcancen Itaca, sabremos. Los detendremos aquí y Gaia verá lo valioso que somos. Puedes tomar el mensaje de regreso a Atenas.

El corazón de Jason golpeó contra su esternón. Él nunca había visto nada como la capa de tierra que Antínoo había convocado para destruir a Eurimaco. No quería saber si ese poder funcionaba en semidioses.
También, Antinoo se mostró confiado en que podía detectar el Argo II. La magia de Hazel parecía estar ocultando la nave hasta ahora, pero era imposible saber cuánto tiempo iba a durar. Su objetivo era Atenas. La ruta más segura, o al menos la ruta no imposible, era alrededor de la costa sur. Hoy fue el 20 de julio. Sólo tenía doce días antes de que Gaia planeara despertar, el 1 de agosto, la antigua Fiesta de la Esperanza.

Jason y sus amigos necesitaban salir de ahí mientras tenían la oportunidad. Pero algo más le molestaba… una fría sensación de aprensión, como si no hubiera oído la peor noticia todavía.

Eurimaco había mencionado Delphi. Jason esperaba en secreto para visitar el antiguo sitio de El Oráculo de Apolo, tal vez obtener una idea de su futuro personal, pero si el lugar había sido invadido por monstruos...

Hizo a un lado su plato de comida fría.

—Parece que todo está bajo control. Por tu bien, Antinoo, eso espero. Estos semidioses son ingeniosos. Cerraron las Puertas de la Muerte. No queremos que ellos pasen furtivamente más allá de usted, o que tal vez obtengan ayuda de Delphi.

Antinoo se rió entre dientes.

—No hay riesgo de que eso pase. Delphi ya no está en control de Apolo.

—Ya… veo. ¿Y si los semidioses navegan por el camino largo del Peloponeso?

—Te preocupas demasiado. Ese viaje no es seguro para los semidioses, y es demasiado lejos. Además, la victoria es endémica en Olympia. Mientras ese sea el caso, no hay manera de los semidioses pueden ganar esta guerra.

Jason no entendía lo que quería decir, pero asintió.

—Muy bien. Voy a poner al tanto al rey Porfirio. Gracias por la, er, comida.

Junto a la fuente, Michael Varus llamó.

—Espera.

Jason se tragó una maldición. Había estado tratando de ignorar al pretor muerto, pero ahora Varus se acercó, rodeado de un aura blanca nebulosa, sus profundos ojos como sumideros. A su lado colgaba un gladius oro Imperial.

Jason se tragó una maldición. Había estado tratando de ignorar el pretor muerto, pero ahora Varo se acercó, rodeado de un aura blanca nebulosa, sus profundos ojos como sumideros. A su lado colgaba un gladius oro Imperial.

—Tiene que quedarse —dijo Varo.

Antinoo disparó al fantasma una mirada irritada.

— ¿Cuál es el problema, legionario? Si Iros quiere irse, déjalo. ¡Huele mal!

Los otros fantasmas rieron nerviosamente. Al otro lado del patio, Piper disparó a Jason una mirada de preocupación. Un poco más lejos, Annabeth palmeó casualmente un cuchillo del plato más cercano de la carne. Varus apoyó la mano en el pomo de la espada. A pesar del calor, su pecho se esmaltó con hielo.

—Perdí a mi cohorte dos veces en Alaska… una vez en la vida, una vez en la muerte por un Graecus llamado Percy Jackson. Aún así he venido aquí para responder a la llamada de Gaia. ¿Sabes por qué?

Jason tragó.

— ¿La terquedad?

—Este es un lugar de deseo, —dijo Varo— Todos los nuestros se dibujan aquí, no sostenido sólo por el poder de Gaia, sino también por nuestros deseos más fuertes. La avaricia de Eurimaco. La crueldad de Antinoo.

—Me adulas —el necrófago murmuró.

—El odio de Asdrúbal, —Varo continuó— La amargura de Hipias. Mi ambición. Y tú, Iros. ¿Y lo que tú has dibujado aquí? ¿Qué hace un mendigo más que desear? Tal vez un hogar.

Un cosquilleo incómodo comenzó en la base del cráneo de Jason… la misma sensación que tenía cuando una gran tormenta eléctrica estaba a punto de romper.

—Yo debería irme —dijo— Hay mensajes que llevar.

Michael Varo sacó su espada.

—Mi padre es Jano, el dios de las dos caras. Yo estoy acostumbrado a ver a través de máscaras y engaños. Sabe usted, Iros, ¿por qué estamos tan seguros de que los semidioses no pasarán desapercibidos por nuestra isla?

Jason corrió silenciosamente a través de su repertorio de palabrotas en latin. Intentó calcular cuánto tiempo le tomaría en sacar su bengala de emergencia y disparar. Esperaba que él podría comprar suficiente tiempo para las chicas para encontrar refugio ante esta multitud de tipos muertos sacrificándose él.

Se volvió a Antinoo.

—Mira ¿estás a cargo aquí o no? Tal vez deberías amordazar a tu romano.

El necrófago respiró hondo. La flecha traqueteaba en su garganta.

—Ah, pero esto podría ser entretenido. Vamos, Varus.

El pretor muerto levantó su espada.

—Nuestros deseos nos revelan. Nos muestran lo que realmente somos. Alguien ha venido por ti, Jason Grace.

Detrás de Varus, la multitud se apartó. El fantasma brillante de una mujer flotó hacia adelante, y Jason sintió como si sus huesos se convertían en polvo.

Mi querido —dijo el fantasma de su madre— Has llegado a casa.














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